Desde sus orígenes, la presentación escénica de la escultura procesional requiere el complemento indispensable de una serie de preseas textiles y metálicas que complementan las labores de talla y policromía. El impacto visual y la riqueza artística y material de tales aditamentos suele sorprender a numerosas personas, a quienes resultan completamente desconocidos sus sutiles valores iconográficos. Lejos de pretender una representación 'historicista', 'arqueológica' o minimalista de las escenas de la Pasión y de sus protagonistas, tales atributos persiguen un refinado simbolismo donde lo teológico y lo popular hacen causa común para mayor exaltación del mensaje.

Es de vital importancia reconocer la “Dignidad Real” de la Santísima Virgen María, por ser la madre del Rey de los cielos y de la tierra. Cristo es esencia de la esencia de la Santísima Virgen, lo más íntimo de su interioridad. Asimismo, reconocerla por el lugar que ocupa en el plan de salvación, como colaboradora y medianera de las gracias divinas.  Cristo es la cabeza del género humano y la Santísima Virgen es Madre de Cristo, corazón de la humanidad;  consecuentemente, coronarla a Ella significa volver a brindarle al mundo una cabeza y un corazón, restaurando así el orden moral cristiano.

 

La Corona de María Stma. de la Esperanza es de oro.